miércoles, 12 de noviembre de 2008

Lenguaje Corporal: Espacio personal

Aunque parece que tratemos de olvidarlo, el ser humano es una animal más y, como tal, seguimos guiándonos por nuestros instintos. Uno de ellos es el espacio personal de cada uno, es decir, el espacio que necesitamos a nuestro alrededor para sentirnos seguros y libre de amenazas.

El espacio que necesita cada persona es distinto y es dependiente de la cultura. Hay sociedades en las que están acostumbrados a hablar a menor distancia que en otras. Esta distancia varía también según la relación de los interlocutores y el tema de conversación (cuanto más íntimo sea, la distancia será menor). Cuando se juntan dos personas con concepciones distintas del espacio mínimo se produce una especie de baile: Uno siente que está lejos y se acerca, lo que hace que el otro se sienta amenazado y se aleje. Puede que recorran varios metros haciendo esto y ni se den cuenta.

Como hemos visto, cada vez que alguien invade nuestra concepción del territorio nos sentimos atacados. Sin embargo, hay en algunas situaciones en las que no podemos evitar que esto suceda, como cuando vamos en el autobús o en el metro o al coger el ascensor. En estas situaciones lo primero que hacemos es bajar los ojos y mostrar una sonrisa para mostrar a los demás que no somos una amenaza. A continuación, tendemos a fijar nuestra mirada en el infinito para intentar abstraernos.

Desde hace tiempo que se conocen estas reacciones y de ahí que haya sido utilizado en ocasiones para conseguir un beneficio. Sigmund Freud situaba a sus pacientes en una posición tal que no pudiesen verle, para que éstos se sintiesen más cómodos al no verse invadidos en su espacio personal por el psicoanalista. En los interrogatorios de las comisarías tenemos el caso contrario, ya que el objetivo es presionar al interrogado invadiendo su espacio personal, por lo que se tiende a disminuir las distancias. Además, se evitar interponer algún objeto (por ejemplo, una mesa) entre el interrogado y el interrogador que pudiera aumentar la sensación de seguridad del primero.

Como podemos ver, hay comportamientos nuestros de los que ni siquiera somos conscientes. En estas situaciones siempre nos expresamos corporalmente en vez de verbalmente ya que no somos capaces de explicar por qué nos sentimos amenazados.

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